Acepta el dolor como parte del entrenamiento, aprendiendo a reconocerlo.
Escucha tu cuerpo adelantándote a las lesiones, pero sin que sea el futuro quien determine el ahora.
Practica y entrena cada día, incluso cuando andas o te sientas a comer.
Se honesto con tus limitaciones, pero que no sea un obstáculo para avanzar y mejorar.
Mantén una actitud humilde ante tus progresos, permitiendo que tu mente este abierta a nuevas posibilidades.
Lleva una disciplina rígida y férrea, pero que sea flexible a los cambios.
Elimina los pensamientos negativos, para que tu energía y actitud te permita mejorar.
Disfruta cada día de lo que haces, para que correr sea algo más que un deporte.
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